Érase una vez el papel, sobre el que empezamos a escribir nuestra historia.
Y había también un aficionado del fútbol, que paseaba por las fábricas de papel buscando materiales de descarte para crear coreografías en los partidos de su equipo preferido.
La pasión se convirtió en diversión y la diversión se transformó en un oficio. Nace así la idea de crear una empresa especializada en el suministro de instrumentos para la animación deportiva. Nunca había existido nada parecido y el tam-tam se difundió como la pólvora, hasta superar los confines nacionales. Para complacer a todo el mundo, se decidió utilizar el método de la venta por correspondencia.
La luz del día
Cuando T.I.F.O conoció la luz, a principios de los años 90, Internet no existía y todo el trabajo se realizaba de forma impresa.
El primer catálogo era un «trabajo manual». Por la noche, una impresora matricial escribía los textos sobre el reverso de un módulo continuo de colores.
Por la mañana se recogía todo, se ponía en sobres y se enviaba por correo.
Soñando postalmarket
En 1992 se imprimió el primer catálogo en tipografía. Era un calendario que marcaba el paso de los meses del año con nuestros artículos.
Mientras tanto la noticia se había difundido por toda Europa. Una revista llegó a decir que T.I.F.O. era la empresa italiana más conocida entre los jóvenes franceses. De manera que el primer catálogo se imprimió en 5 idiomas.
Con el catálogo de 1994 se emprendió una iniciativa que se mantuvo hasta el año 2012: LO MEJOR DEL T.I.F.O. Un trofeo asignado a la mejor coreografía realizada con nuestros productos.
Un catálogo de ambiciones
La popularidad alcanzada por nuestro catálogo permitió que nos lanzáramos a la aventura, y en 1995 salió la nueva versión en forma de agenda cartoné y satinada. Cada semana estaba dedicada a uno de nuestros artículos, 365 fotografías de bufandas realizadas para los aficionados y las direcciones donde localizarlas. Pensar en sacar a la venta el propio catálogo de venta es una verdadera locura, pero nuestra aventura triunfó y nos dio la certeza de poder superar cualquier obstáculo.
Es el año 1996: la empresa vuela, y con ella sus clientes más aficionados ¡premiados con un viaje a Wembley!
La primera visión en tu pantalla
La primera aparición en el mundo de Internet fue en 1997; sin embargo, la red estaba poco poblada todavía y siguieron imprimiéndose catálogos en papel. Desde ese momento el formato no ha vuelto a cambiar: 11x19 cm. Necesitábamos acompañarlo y combinarlo con otra gran idea: ¡un videocasete! Fue un éxito extraordinario. El vídeo, realizado por un estudio cinematográfico, alternaba los artículos de la empresa ilustrados por el titular con grabaciones realizadas en todos los estadios de Europa. Fue doblado en otros 4 idiomas y con cada versión se entregaba una copia del catálogo impreso en la lengua correspondiente. Se puso a la venta como se había hecho con la agenda y las entradas cubrieron gran parte de la gravosa inversión inicial.
El proceso continuó de modo uniforme durante los años siguientes, coadyuvado por la primera versión del sitio web de dominio empresarial entre los años 1999 y 2000.
El amanecer de un nuevo milenio
¡Pero en el horizonte se vislumbraban otras novedades! T.I.F.O. había consolidado su popularidad y a finales de 1999 lanzó su primera línea de ropa: Dimensión Ultras.
En febrero del año siguiente, una estrella caída del cielo marcó la cumbre del éxito: el heredero, el elegido, el que llegaría a convertirse en lo más importante de la vida, y que pocos meses después lo agradecería empezando a trabajar como modelo en la empresa de familiar.
Pero Dimensión Ultras quería ir más allá de la rentabilidad empresarial, era un intento de dar contenido a una forma, el brote con el que crecería el Movimiento Ultras, un compromiso político/social financiado con una parte de los ingresos obtenidos de la venta de prendas de vestir.
Para garantizar la transparencia, estos ingresos fueron depositados en la cuenta de un fraile conocido en el ambiente de los aficionados al fútbol. Mientras tanto, lacerado por luchas intestinas, el Movimiento no lograba ni siquiera encontrar una propuesta común para acceder a esta financiación, de manera que al cabo de un tiempo descubrimos que habíamos financiado otra cosa.
Más allá de cualquier límite
Se trabajaba de día y de noche y durante los fines de semana se rodaba en la península, superando a veces los confines nacionales, para promover nuestras iniciativas.
En 2001 se imprimió otro catálogo, a pesar de que la presencia en Internet ya había lanzado la empresa más allá de los confines europeos.
Al año siguiente T.I.F.O. comunicó oficialmente que abandonaba los catálogos impresos, ¿y cómo lo hizo? Naturalmente imprimiendo su último catálogo :-)
Con doble sentido de marcha
Pero la comunicación impresa que caracteriza la primera década de nuestra historia no se había realizado en un solo sentido: los clientes también utilizaban el papel y hasta los pedidos llegaban por correo.
Y no solo los pedidos: también agradecimientos, citaciones en revistas e incluso libros.
Una nueva era
Mientras tanto la aventura de Dimensión Ultras llegaba a su fin. Había sido una experiencia positiva, que había enriquecido desde un punto de vista cualitativo nuestro modo de producir las prendas de vestir. Además, desde un punto de vista relacional la iniciativa nos había permitido conocer a personajes también positivos, en lugares y circunstancias que nunca hubiéramos podido imaginar.
Sin embargo, habíamos comprendido que nuestros clientes apreciaban nuestra profesionalidad más que el compromiso social, de manera que anunciamos nuestra retirada en nombre del titular a través de una página de la revista Supertifo para pasar a concentrarnos exclusivamente en nuestro trabajo.
T.I.F.O. hoy
En los últimos años nuestro objetivo ha sido la seguridad y la mejora de los artículos que inicialmente eran artesanales. Hemos conseguido obtener las certificaciones necesarias para los productos pirotécnicos ideados por nosotros, pero distribuidos también a la competencia. Hemos establecido acuerdos con mensajerías autorizadas para transportarlos conforme a la ley. Hemos llevado al límite nuestra fantasía, ¡basta pensar que empezamos recogiendo restos de papel y hemos llegado a producir papel ignífugo!
Partimos con un barquito de papel y navegamos en la red, y en la red hemos contado esta historia, una historia que continúa…